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lunes, 8 de febrero de 2010

Vuelta a la vida

Tumbada en su montón de hojas, a la niña de las trenzas se le nublaba la vista de lágrimas saladas.

Era bonito tumbarse allí a soñar con cuentos de hadas pero pensó en todos los niños que no podían hacerlo y lloró y lloró, acurrucada en su montón de hojas. Se giró sobre un costado y vio a los niños del parque jugar y chillar y ella amparada en la sombra de su árbol lloró aún más pensando que todos los niños deberían poder hacer eso y que no era así.

Apoyó la cabeza en sus rodillas y abrazándose, con los ojos llorosos, perdió su mirada y sus pensamientos en tierras lejanas.

En el colegio le hablaron de muchos problemas por ser el día de la paz y la niña de las trenzas se preguntó: ¿Por qué sólo hay un día de la paz? ¿No debería ser cada día un día de paz?

Vio a las madres del parque criticándose unas a otras, vio a dos hermanas discutir por una muñeca.

Volvió a tumbarse en su colchón anaranjado y abrazándose cerró los ojos muy fuerte y voló, voló lejos a un mundo mejor, a una estrella lejana donde amontonó un puñado de hojas otoñales y se evadió imaginando sonrisas, carcajadas, abrazos. Imaginó el terminar un libro apasionante, el reencuentro de dos viejos amigos, un abrazo de amistad, un niño el día de reyes, sonrisas de enamorados, miradas soñadoras y besos de amor, cariño, alegría, pasión...

Y comprendió que por todo eso merecía la pena volver a la tierra, apretarse los lazos de las trenzas, ajustarse las botas de agua rojas, dejar de soñar y empezar a vivir.

4 comentarios:

Emilio dijo...

Nunca dejaras de sorprenderme, nunca dejaras de fascinarme.

Te quiero Caroline**

Caroline** dijo...

:D te odio

~* Merianne *~ dijo...

Love it L)*

Caroline** dijo...

:D

Love you

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