jueves, 10 de marzo de 2011
Dicen que las mujeres esconden un beso en sus comisuras, un beso que no tiene porque ser el primero o el segundo, un beso que esta ahi, desde el nacimiento y que hace a la mujer especial.
Los hombres, aunque sin saberlo, besan y besan a mujeres en busca de alguno que les pertenezca y se dice, que cuando lo encuentran, la atracción que ejerce es tan grande que permanecen juntos y protagonizan un pequeño cuento de hadas.
Todas las mujeres tienen un beso en sus comisuras y tu, has encontrado el mio.
La niña corría sola entre los árboles de aquel oscuro bosque y lloraba desconsolada con sollozos ahogados; estaba perdida, no tenía idea de donde se hallaba, pero sin embargo sabía muy bien porque se encontraba allí y porque estaba sola. Se había portado mal o al menos, eso le decían, había huido de todo y de todos y ahora estaba sola, perdida y cansada de huir...
Al cabo del tiempo terminó por acomodarse en aquel bosque, se construyó un pequeño refugio y se convencía a si misma de que era el mejor lugar de la tierra y que así no sufriría más ya que estando sola nadie podría hacerle daño, pero pasaban los días y la niña se daba cuenta de cuan equivocada estaba y de que ya, era demasiado tarde para enmendar sus errores: no podía salir, estaba sola, atrapada y no le quedaban más lágrimas con las que llorar...
En uno de los días más lluvioso que jamás se vivieron en aquel bosque, la niña, acostumbrada ya al frío y la humedad, salió a pasear tropezando con todo en su camino y cuando ya pensaba que si volvía a caer no seria capaz de levantarse, al alzar la mirada, entrevió un rayo de luz al final de un sendero que hasta entonces había ignorado, y esta vez, con las esperanzas renovadas, fue al camino decida a salir de (su) bosque y sabiendo que, pasara lo que pasara fuera, jamás volvería a huir...
Y así, se despidió de aquel lugar para siempre.